Rioja afronta su crisis

Rioja afronta su crisis con el "almacén" sobrecargado en 80 millones de litros de vino
lo que falla, por tanto, son las ventas, por lo que, ante un escenario que prevé para el 2010 unos resultados similares a los del 2009, el sector negocia un acuerdo para retirar producción amparada. El planteamiento es reducir el rendimiento de uva tinta en la próxima vendimia al 90% (a 5.850 kilos por hectárea) y el de transformación del 70 al 67%. Ello permitiría dejar fuera unos 35 millones de litros de vino, alrededor del 15% de la cosecha. Sin embargo, el exceso de almacenamiento en las bodegas ronda los 80 millones de litros, es decir, que el 'ajuste' durará más de un año.

Las bodegas:
José Luis Benítez, gerente de la mayor organización bodeguera, el Grupo Rioja, opina que «estamos ante una crisis de consumo sin parangón». «Hemos crecido como pedía el mercado, sin altibajos de precios ni de producción, pero la crisis nos ha afectado como a todos los sectores económicos». Benítez defiende el acuerdo para eliminar producción, aunque el Grupo Rioja lo plantea en principio para un año, frente a los tres de las organizaciones agrarias: «No es una estrategia perfecta, pero es la mejor de las posibles; sin acuerdo, será más fácil la competencia 'desleal' de operadores no establecidos que aprovechen bajos precios del vino y eso no interesa ni a viticultores ni a bodegas». Benítez es consciente de que si no se vende más la solución es difícil: «Es posible que el ajuste dure más de un año, pero vender más inmediatamente rebaja la ratio, mucho más rápido que quitando producción, así que hay que ser prudentes e ir año por año».
La Agrupación de Bodegas Centenarias (ABC) no cree que menos producción sea la solución: «Quitar uva y vino a todos por igual no es justo», señala su gerente, Íñigo Torres: «Nuestra apuesta es vender más y, si hace falta limitar la producción, debería hacerse con parámetros de calidad, es decir, con mayores controles sobre la producción y el vino para que entre lo mejor». Torres tampoco cree que la situación actual se derive de un error: «Nos ha venido de fuera, no ha habido disparates de precios ni de producción exagerada como en anteriores ocasiones».

Juan Carlos Sancha, de Provir, defiende a capa y espada un acuerdo para quitar producción. De hecho, recuerda que las bodegas familiares ya lo propusieron en junio del año pasado de forma urgente «ante la que venía y se hicieron un gorro de papel con nuestra propuesta»: «No es aconsejable, es necesario», insiste. «Sabemos que es un jarro de agua fría tras los ajustes de rendimientos de estos años, pero sin menos producción es imposible volver a los precios de 0,9 ó 1 euro por kilo».

Cooperativas :
En el sector productor, las cooperativas echaron para atrás esta semana un preacuerdo con el resto de organizaciones agrarias. Jesús Martínez, portavoz de la Fecoar, quiere dejar claro que «es necesario un trato igualitario para todos, por que, si la opción es la reducción de rendimientos de producción y de transformación, los socios viticultores y todo aquel que vinifica sus propias uvas, están soportando el ajuste por partida doble». «Fecoar podría admitir un ajuste al 90% de la producción, pero siempre que no afectara la transformación y que fuera un acuerdo anual, con la adaptación de cada cosecha concreta al mercado en el momento».

Organizaciones agrarias:
No piensan lo mismo los tres sindicatos agrarios riojanos, que plantean un acuerdo unánime de los productores a tres años (o hasta que la ratio, la relación entre existencias y salidas, se acerque a tres), con mermas en producción y transformación, así como con garantías de que no habrá contratos por debajo del coste de producción.

José Antonio Torrecilla, de Asaja, apunta que «los números son los números y una actuación a un año no serviría para nada». «De hecho -continúa-, estudiamos reducciones más drásticas, pero hay que pensar en un acuerdo que sirva para todos y pensar que habrá que sacrificarse durante los próximos años, pero todos, no sólo los viticultores, sino también las bodegas». Torrecilla recuerda que «Asaja no quiere ni un kilo de uva excedentaria para vino de mesa, pero estábamos dispuestos a hacer concesiones para dar entrada a las cooperativas, pero con lo que hay que acabar es con los 8.000 y 9.000 kilos por hectárea y con las demagogias».

Luis Torres, de la UAGR, no ocultan tampoco su malestar con las cooperativas: «Cedimos con el vino excedentario por el bien de todos, pero ellos no lo hacen». Torres advierte de que «ya han aparecido los 'francotiradores' y, si no hay acuerdo para reducir la producción, lo tendrán aún más fácil». «La Interprofesional -continúa- debe garantizar transparencia en los contratos y salvar al menos los costes de producción porque estamos pidiendo un nuevo esfuerzo a los viticultores».

En la misma línea, Eusebio Fernández, secretario general de UPA, tiene claro que «sin garantías sobre precios de coste o sobre rendimientos brutos por hectárea no habrá acuerdo». «Producir menos cuesta más, y eso hay que pagarlo, porque si únicamente quitamos uva y vino, al año siguiente estaremos igual». Fernández recuerda que «ya hemos visto a las primeras bodegas que han empezado a pagar por debajo de coste y eso mueve a los demás a hacer lo mismo, con lo que todo el mundo debe comprometerse porque negociación no es cesión».
El líder de UPA considera que ellos ya cedieron «al decidir hace tres años bajar la producción del 125 al 100% y ahora vamos a exigir garantías reales».
No salen las cuentas. Ni a bodegas ni a viticultores. La Organización Interprofesional del Vino de Rioja (OIPVR) se enfrenta a la primera crisis desde su constitución hace seis años. Hasta el 2007, las ventas de vino habían seguido a pies juntillas las previsiones de comercialización del plan estratégico, que aventuraban para el 2009 que Rioja vendería 290 millones de litros de vino. La crisis ha quebrantado dicho escenario y la comercialización cerró el año pasado en los niveles del 2003: 236 millones de litros vendidos en lugar de los 290 programados.
La Interprofesional, justo antes de vendimia, recomendó a sus inscritos respetar los umbrales mínimos de rentabilidad y son varias las empresas que están cumpliendo, aunque sin alardes, con una mayoría de operaciones liquidadas a entre 50 y 60 céntimos, aunque también las hay que van claramente por debajo. Las bodegas, por su parte, se preparan para sufrir la competencia del 'francotirador' (así se llama en el argot del sector a quien compra barato para poder vender barato) y aseguran que la crisis la padecen desde el 2007, mientras que al viticultor le ha llegado este año.
¿Qué se ha hecho mal? Todos coinciden en que, aunque haya habido errores, la crisis es externa y diferente a anteriores: la más cercana, cuando en 1999 se dispararon los precios por una helada y, como efecto rebote, la uva cayó luego a 49 céntimos. En estos últimos años, por contra, la producción ha sido casi estable, ya que, si bien se ha plantado más viña, se han reducido los rendimientos.